Durante el 2020 el Museo Nacional de Bellas Artes presentó una serie de acciones, actividades, propuestas virtuales y exhibiciones para celebrar el centenario del nacimiento del gran artista argentino.
Desde septiembre de 2020 en la página web del museo se difundió material audiovisual con testimonios, un documental y publicaciones digitales, entre otras iniciativas dedicadas a evocar la vida y la obra del artista argentino.
La exposición antológica “León Ferrari. Recurrencias”, con curaduría de Cecilia Rabossi y Andrés Duprat prevista para abril de 2020, debió postergarse a causa de la emergencia global producida por la pandemia del Covid-19 y abrirá la temporada 2022 del Museo Nacional de Bellas Artes.
Breve biografía de León Ferrari
León Ferrari fue uno de los artistas argentinos más originales y relevantes de la historia reciente. El conjunto de su obra, su pensamiento y sus escritos lo revelan como un creador multifacético y, a la vez, como un hombre con una fuerte impronta política y gran compromiso y sensibilidad social. Reconocido entre los artistas contemporáneos más importantes del mundo, León Ferrari dedicó su vida a denunciar, con valentía, rigor y genio artístico, los daños y las consecuencias de las que han sido siempre sus mayores preocupaciones: la religión, las dictaduras, la intolerancia y la guerra.
Autodidacta, comenzó a trabajar en los años 50 con cerámica y tallas en madera, para incorporar luego diversos materiales y soportes. Posteriormente, dio inicio a las llamadas escrituras abstractas, obras que siguió realizando a lo largo de toda su carrera.
En 1965, produjo una de sus piezas más controvertidas: “La civilización occidental y cristiana”, una imagen de Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense, una potente denuncia de la relación existente entre religión, política y violencia en la cultura occidental.
A mediados de los años 70, Ferrari dejó la Argentina a causa de la dictadura militar y se radicó en San Pablo, Brasil, donde continuó sus experimentaciones vanguardistas en el campo de las artes visuales. Con el retorno de la democracia, en la década del 80, volvió al país y se instaló definitivamente en Buenos Aires.
Tanto en su exposición “Infiernos e idolatrías”, realizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) durante el año 2000, como en su muestra retrospectiva de 2004, que tuvo lugar en el Centro Cultural Recoleta, recibió ataques de intolerantes ultracatólicos, que otorgaron una visibilidad inusual a su obra, hechos que generaron una intensa polémica acerca de los límites del arte.
Llevó a cabo exposiciones individuales y colectivas en los más importantes centros y eventos artísticos del mundo, como documenta de Kassel, Haus der Kulturen der Welt, (Berlín), Museo Ludwig (Colonia), Alemania; Pinacoteca do Estado, Bienal de San Pablo, Brasil; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina; Smithsonian Institution, Washington D.C, Estados Unidos; Bienal de La Habana, Cuba, y Museo de Arte Carrillo Gil, México D.F, entre muchos otros.
En 2007, recibió el León de Oro al mejor artista en la 52° Exposición Internacional de Arte Bienal de Venecia, Italia. En 2009, realizó una exposición en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York y, en 2010, fue invitado de honor en Les Rencontres d’Arles, Francia, ocasión en la que presentó una gran retrospectiva de su obra.
Palabras de Andrés Duprat sobre León Ferrari
“Tuve la dicha de ser su amigo y conocerlo en la intimidad. Además de un gran artista, era un hombre con cualidades excepcionales, de amplia generosidad y una inteligencia aguda signada por una extraordinaria nobleza. Era alguien absolutamente comprometido no solo con su trabajo, sino con todo aquel que requiriera su ayuda, promoviendo artistas jóvenes, asistiendo incluso económicamente a quienes lo necesitaban. Estudioso, prolífico, solidario, dueño de una lucidez y un sentido del humor notables, por momentos feroz, sin ataduras, propio del librepensador que era. Su formación de ingeniero le dio método y rigor; nada es casual ni superficial en sus obras, fruto de meditaciones maduradas a veces por décadas y de un trabajo técnico, artesanal, cultivado obsesivamente hasta la perfección.
En su trayectoria puso en juego su aptitud en diversos oficios. Artista multidisciplinario, era pintor, grabador, dibujante, escultor, también un gran teórico y polemista. Incursionó en otras disciplinas, como la música, la dramaturgia, la producción cinematográfica y la escritura de ensayos. Sus experimentaciones formales abarcaron tallas y cerámicas; estructuras de alambres concebidas como construcciones geométricas y dibujos abstractos; escrituras, transcripciones y caligrafías desbordadas; collages, Brailles y ensamblajes que, al poner en diálogo elementos disímiles generan nuevos sentidos, no exentos de humor y de denuncia; planos de arquitecturas paranoicas, diseños de ciudades imposibles y planetas de poliuretano expandido, entre otras búsquedas. Fue, definitivamente, un humanista, una personalidad de estilo renacentista en la contemporaneidad, interesado por todo aquello que atañe al hombre y su circunstancia”.
Fotografía: Adrián Rocha Novoa